Para los ungulados, entre los que se encuentran los hipopótamos, es normal elevarse en el aire durante una fracción de segundo mientras trotan. Pero una cosa es que esa maniobra la realice un caballo ligero de patas largas y delgadas, y otra muy distinta un gordo de patas cortas y más de 1,5 toneladas de peso. Se calcula que un hipopótamo al trote pasa el 15% de su zancada fuera del suelo, unos 0,3 segundos cada vez.
Un hipopótamo furioso puede perseguir a su objetivo en tierra a velocidades de hasta 30 kilómetros por hora. Y, como han demostrado las investigaciones, casi siempre lo hace al trote, independientemente de su velocidad de carrera. Este formidable animal ha adquirido esta habilidad evolutiva única, que le permite dominar no sólo en el agua, sino también en tierra.
Publicidad