Un equipo de científicos de la Universidad de Tianjin y la Universidad Meridional de Ciencia y Tecnología de China ha desarrollado la tecnología «MetaBOC» para el desarrollo de sistemas cerebro-en-un-chip. Se trata de una interfaz para el intercambio de señales entre dispositivos externos y bioordenadores basada en tejido cerebral humano vivo. MetaBOC es de código abierto, y esta plataforma está pensada para introducir los bioordenadores en distintos ámbitos de la vida y obtener beneficios prácticos.
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Los organoides cultivados a partir de tejido cerebral y conectados a chips electrónicos muestran tasas de aprendizaje muy elevadas. Al mismo tiempo, son mejores resolviendo distintas tareas que la IA convencional, y lo principal es que estos sistemas vivos pueden mejorarse a sí mismos cambiando su estructura para adaptarse a distintas tareas.
Los bioordenadores tienen dos desventajas. En primer lugar, se trata de un tejido vivo extremadamente sensible a las condiciones del entorno. Necesita ser alimentado, calentado, protegido y estimulado. Por lo tanto, es demasiado arriesgado instalar un bioordenador, por ejemplo, en un tractor y enviarlo al campo. En segundo lugar, es muy difícil intercambiar información con los organoides, plantearles tareas e interpretar sus reacciones, porque el tejido cerebral no dispone de las herramientas de entrada-salida adecuadas. Éste es precisamente el problema que están resolviendo los científicos chinos.
