Si adoptamos una perspectiva más amplia, podemos entender que los «nervios» son provocados por pensamientos tóxicos (ansiedad, ira, preocupación, resentimiento). Y eliminarlos significa limpiar nuestra conciencia de los propios programas tóxicos que afectan negativamente a todos los procesos del cuerpo y a nuestra vida en general.
Por ejemplo, el estrés constante, que surge como resultado de pensamientos negativos, bloquea el trabajo del diafragma y provoca tensión y espasmos musculares. Debido a ello, se oprimen los vasos sanguíneos y linfáticos, y se impide la nutrición y purificación de las células. Debido a la tensión mental, también se altera el trabajo de la vesícula biliar y de todo el sistema digestivo. Pero gracias a ellos se extraen todos los nutrientes necesarios para nosotros.
Resulta que los pensamientos y estados de ánimo pueden verse influidos por los microbios que viven dentro del cuerpo. Lo hacen a través del eje intestino-cerebro, liberando sustancias especiales-neurotransmisores que influyen en el sistema nervioso.
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¿En qué debe consistir un programa de desintoxicación adecuado?
Trabajar con el estrés y despejar la mente de pensamientos y programas tóxicos; establecer una conexión con el yo interior para formar un soporte interior que ayude a depender cada vez menos de las circunstancias externas de la vida.
Para ello, es importante poder centrarse en el momento presente, ser consciente, desconectando el flujo de pensamientos intrusivos sobre el pasado y el futuro.